Retrasar la maternidad, ¿sabemos las consecuencias?
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Dr. Claudio Álvarez Pinochet
Los especialistas en reproducción e infertilidad nos
enfrentamos a diario con situaciones de pacientes donde sentimos que hemos
llegado tarde y que muchas veces no tenemos las herramientas para hacer cumplir
el sueño de muchas parejas de ser padres. Sabemos que si les hubiésemos
orientado, educado o informado a tiempo no estaríamos ahora tomando decisiones
sobre diagnósticos o tratamientos que muchas veces producen un estado de
choque, de ansiedad y de angustia en la pareja y cuya decisión definitiva
cuesta tomar.
En los tiempos que vivimos, la maternidad forma parte de
nuestros objetivos a mediano o largo plazo, pero no sabemos la realidad de la
función reproductiva ni el pronóstico de la fertilidad en nuestra especie. Cada
vez retrasamos más la llegada de nuestro primer hijo. Tanto es así que en la
década de los setenta sólo el 1% de los niños nacidos (primer hijo) tenían
madres mayores de 35 años. Más de treinta años después esta cifra ha aumentado
a un 10% aproximadamente.
La mayoría de las mujeres cree que la maternidad es
importante, y cuentan con la esperanza de tener dos o tres hijos, el último de
ellos después de los 35 años. El tener hijos es ya una decisión voluntaria de
la mujer y no una imposición. Tener una relación estable, haber completado su
desarrollo profesional o laboral y contar con una seguridad económica, son
algunos de los requisitos que se tienen en consideración antes de pensar en la
maternidad. La mayoría de las parejas subestima el impacto de la edad de la
mujer en la fertilidad y sobreestima los resultados de las distintas técnicas
de reproducción asistida, lo que acarrea un riesgo de buscar tardíamente la
maternidad. La decisión de retrasar la maternidad es una decisión libre, pero
que debe ser tomada con conocimiento y asumiendo sus posibles consecuencias
futuras.
La edad de la mujer es el factor más importante desde el
punto de vista de la fecundidad. Dicha fecundidad permanece relativamente
estable en un 23% por mes hasta los 30 años y luego comienza a disminuir de
forma acelerada a partir de los 37 años, incrementándose el número de mujeres
infértiles.
Es importante que las pacientes sepan que cuando su médico
de cabecera o su ginecólogo, en su revisión anual, les dice que todo esta
perfecto, no significa necesariamente que desde el punto de vista reproductivo
esté todo bien. En otras palabras, una mujer de 43-45 años puede tener una
salud perfecta, sus revisiones ginecológicas normales, pero tiene una altísima
probabilidad de tener un mal pronostico reproductivo asociado a su edad.
Todo lo anterior nos debe llevar a un nuevo concepto de
«prevención de la infertilidad», responsabilidad de los profesionales de la
salud, personal sanitario en general y de la sociedad toda. Por esto es
necesario, dado la espiral de desarrollo en la que estamos inmersos, que seamos
conscientes de la necesidad de fortalecer este nuevo concepto, fortaleciendo
los conocimientos sobre los factores que influyen en el pronóstico reproductivo
de una mujer. Especialmente y entre otros, la edad, las nuevas posibilidades de
preservar la fertilidad como la vitrificación de ovocitos, la congelación de
tejido ovárico y la congelación del semen, según sea el caso. Con todo, la
pareja debe tomar sus decisiones libremente y con conocimiento de las posibles
consecuencias de la postergación de la maternidad que, por último, es uno de
los principales problemas emergentes del último tiempo.
*El Dr. Claudio Álvarez Pinochet es trabaja en la Unidad de
Reproducción (URE) del Centro Gutenberg de Málaga
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